Mario Ramos
19 de agosto del 2014
Funcionarios estadounidenses en diversos eventos internacionales se han pronunciado sobre el ‘nuevo colonialismo’ en referencia a China. Los ‘analistas’ de la derecha ecuatoriana y sus medios de comunicación, como no es de extrañarse, se han alineado a ese discurso geopolítico.
La realidad muestra
que hasta la fecha China no ha seguido el camino o los métodos tradicionales
del colonialismo y neocolonialismo occidental, como fue la conversión
religiosa, el esclavismo, el uso de la fuerza militar para la conquista, los
golpes de Estado para colocar dirigentes políticos a su medida, asesinatos y
genocidios, consensos de Washington, creación de arquitecturas financieras e
injerencistas para su exclusivo beneficio, guerras sucias de todo tipo para
apropiarse de los recursos naturales de determinados países, ¿seguimos?... la
lista es muy larga, agencias de inteligencia metiendo sus narices en todas
partes, operaciones encubiertas de todo tipo y en todo el mundo, etc., etc.
A nuestro modo de
ver las cosas, China no oculta sus intereses que básicamente están impulsados por
su tenaz deseo de establecer relaciones comerciales que le permitan no el
dominio sobre un Estado soberano, sino acceso a productos básicos.
China no es el
primer país en lanzarse a una búsqueda global de recursos. La Revolución
Industrial occidental, por ejemplo, creó una demanda voraz de materias primas y
toda una geoestrategia, no siempre pacífica, para conseguirlos.
De acuerdo a
analistas económicos occidentales, el PIB de China creció entre el año 2000 y
el 2010 casi 4.000 billones de dólares de EE.UU., lo que significa que China ha
creado otras siete Indias (del tamaño del 2001), tres Italias y más de dos
Francias. Este gigantesco crecimiento económico supone un aumento en la demanda
de productos básicos.
China es
actualmente el principal socio comercial de muchas economías, tanto del mundo
desarrollado como del mundo en desarrollo, y se ha convertido en la fuente más
codiciada de suministro de capitales, haciendo de China un inversor más
atractivo que los organismos internacionales, tipo Banco Mundial o FMI, que suele
vincular sus préstamos a duras condiciones políticas.
En África por
ejemplo, la entrada de China en el mercado ha supuesto el fin del control sobre
la explotación de recursos y la fijación internacional de precios que ejercían
desde hacía tiempo los países occidentales, lo que ha permitido al continente
africano vender sus materias primas, especialmente las relacionadas con
energía, a precio de mercado por primera vez en la historia.
La estrategia no ha
sido saquear las riquezas naturales de los países con los que hace negocios
sino más bien lograr acuerdos a largo plazo para el suministro de productos
básicos a cambio de dinero. La política de China de acuerdo a sus dirigentes es
satisfacer sus objetivos económicos, comerciales y de materias primas bajo
principios de beneficio mutuo, y ha demostrado que está dispuesta a pagar mucho
dinero para alcanzar dichos propósitos con éxito.
Los chinos han aprendido
de la historia, el colonialismo y neocolonialismo occidental siempre estableció
una relación desigual con sus ‘anfitriones’, y eso explica en parte la
desaparición de sus imperios o hegemonías, China ha optado por establecer una
relación de mutuo beneficio a cambio de tener acceso a productos básicos. Los chinos no buscan socavar el ambiente político
del país con el que establecen negocios.
Para conseguirlo,
el gobierno chino tiene un rol amplio en la conducción de la economía y en la
determinación de los resultados económicos, tiene más instrumentos a su alcance
que los que pueda tener un gobierno con un papel limitado en la economía.
Con las
transferencias financieras, ya sea prestando dinero a los EE.UU. mediante la
compra de bonos del Tesoro (grandes préstamos que le han permitido acceso al
mercado de consumo de dicho país), proporcionando infraestructura a los países
africanos, o prestando dinero directamente a países de América Latina, China
logra realizar transacciones en todo el mundo. África, por ejemplo, suministra
un tercio de las importaciones de petróleo que necesita China.
Para terminar, hay
que destacar que el peso de China en los mercados de productos básicos ha generado
transformaciones geopolíticas reales que van más allá de un simple impacto en
los precios.
Seguir leyendo: ¿Es China una potencia neocolonial? El Telégrafo
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