lunes, 15 de diciembre de 2014

La CIA no es la única que tortura

Mario Ramos
12 de diciembre de 2014

La ‘comunidad internacional’, cliché asiduamente utilizado por la supuesta ‘prensa libre’ del mundo, y que no hace más que alusión a países con pretensiones de hegemonía global, está supuestamente escandalizada por las revelaciones sobre las torturas de la CIA.
 
Pero todo es simple hipocresía, EE UU no sufrirá ninguna consecuencia y peor sanciones de la ‘comunidad internacional’ por una confesión extrañamente promovida por una sector del Senado estadounidense. Lo irónico de todo esto es que EE UU seguirá mostrándose como modelo de democracia y promotor de los derechos humanos, con el apoyo de los ‘contactados’, periodistas y medios acólitos del imperio, que pronto olvidarán ese informe. Y que en cambio servirán de amplificadores para satanizar a países que han escogido llevar a cabo una política exterior soberana, al primer y mínimo pretexto. 
Nos preguntamos ¿por qué ahora ‘con bombos y platillos’ se denuncia las torturas de la CIA? Organismo que hace muchísimo tiempo dejó de ser un servicio de espionaje tradicional, para convertirse en una máquina de tortura y asesinato. Se quiere hacer creer que es solo a partir de los atentados de las Torres Gemelas, que la CIA empezó con las torturas, pero no es así. La CIA de manera directa o indirecta, en varias guerras convencionales, sucias o contrainsurgentes, está involucrada. 
Insistimos ¿por qué ahora? Sospechamos que existe en el complejo industrial militar y de inteligencia del imperio una lucha por el poder y por la forma de cómo llevar a cabo las guerras de EE UU. Si esta hipótesis tuviera sustento, eso significaría que habría halcones en la política estadounidense, que ven a pesar de su cruel historia, a la CIA como estorbo para profundizar su estrategia de guerra de amplio espectro, y por lo tanto, buscarían debilitarla políticamente, desprestigiarla no, porque para cualquier persona medianamente informada, ese organismo hace mucho que goza de mala fama. 
El ciudadano común cree que la CIA es la única organización de inteligencia que tiene los EE UU, pero no es así, a más de la existencia de varias agencias estatales, la tendencia a la privatización de la guerra llevada a cabo por el imperio, ha provocado la eclosión de organizaciones privadas que cumplen funciones de inteligencia y otras de carácter mercenario. 
Los estrategas del imperio han ido comprendiendo que para sostener su hegemonía, EE UU requiere de una guerra global, pero no de tipo convencional, la han bautizado de amplio espectro. Y en este marco, el asesinato y la tortura son elemento central de su política de seguridad nacional. 
Por ejemplo, uno de los organismos poco conocidos es el Mando Conjunto de Operaciones Especiales de los EE UU (JSOC por sus siglas en inglés). Cuando un presidente estadounidense quiere llevar a cabo una operación sucia en el más absoluto secreto y lejos de miradas indiscretas, no suele acudir a la CIA, sino al JSOC. 
En este sentido, la inserción de ese personal en embajadas estadounidenses, simulando ser agregados o enlaces militares, se ha convertido en una práctica que hace competencia a la CIA. Sería interesante observar como se ha ido incrementando el presupuesto de las fuerzas estadounidenses de operaciones especiales. 
Finalmente, para terminar, lo que nos hace sospechar que existe una puja entre sectores políticos que trae como resultado que organismos de seguridad de acuerdo a su relación e influencia política sufran las consecuencias de esa lucha, es que se quiera echar toda la responsabilidad a los Bush y Cheney de ese informe del Senado, cuando es Obama, el Nobel de la Paz, el que en su período ha incrementado sustancialmente las operaciones especiales sucias, que se caracterizan por no molestarse por los derechos humanos

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lunes, 22 de septiembre de 2014

Acerca de la soberanía del Ecuador en el ciberespacio

Mario Ramos
14 de septiembre del 2014


Si no fuera por las revelaciones de Snowden, una potencial hipótesis de que nuestra soberanía y seguridad en el ciberespacio es muy débil, sería automáticamente descalificada y tildada como una paranoia más de la teoría de la conspiración.

Si cualquiera de las fuerzas aéreas de nuestros vecinos invadiera nuestro espacio aéreo, no cabe duda que sería motivo de escándalo y dependiendo de la gravedad del hecho, incluso se convocaría a organismos internacionales para dejar sentado el respectivo reclamo.

Pero al parecer hay una soberanía que está siendo violada sistemáticamente, sin que el gran público e incluso los organismos de seguridad y defensa, tengan clara conciencia o respuesta a esa situación. La amenaza a la seguridad interna y externa a través del medio tecnológico, no es aun cabalmente asimilada en toda su magnitud por los ciudadanos y por los responsables de establecer las respectivas políticas, regulaciones y estrategias para cuidar la privacidad de las personas y la información, servicios e infraestructura sensible del Estado.

Como veremos en los siguientes párrafos, el problema es excesivamente complejo. Ahora es posible que un país sea vulnerado por un enemigo o por la ciberdelincuencia en sus redes e infraestructuras informáticas desde cualquier parte del planeta.

Además, la tecnología presente está convirtiendo en pieza de museo, nuestra comprensión de lo que puede ser una guerra. En la actualidad, varios ejércitos han conformado unidades de ciberguerreros y están preparándose para el campo de batalla del futuro. De hecho, ya se ha empleado ciberarmamento en varios conflictos, por ejemplo en la guerra de Irak miles de oficiales iraquíes recibieron mensajes en sus correos electrónicos, en lo que fue una efectiva operación psicológica. Pero esto ya es prehistoria, se intuye que pueden existir ciberarmas muy refinadas que esperan el escenario y el momento oportuno para ser utilizadas.



martes, 19 de agosto de 2014

¿Es China una potencia neocolonial?

 Mario Ramos
19 de agosto del 2014


Funcionarios estadounidenses en diversos eventos internacionales se han pronunciado sobre el ‘nuevo colonialismo’ en referencia a China. Los ‘analistas’ de la derecha ecuatoriana y sus medios de comunicación, como no es de extrañarse, se han alineado a ese discurso geopolítico.


La realidad muestra que hasta la fecha China no ha seguido el camino o los métodos tradicionales del colonialismo y neocolonialismo occidental, como fue la conversión religiosa, el esclavismo, el uso de la fuerza militar para la conquista, los golpes de Estado para colocar dirigentes políticos a su medida, asesinatos y genocidios, consensos de Washington, creación de arquitecturas financieras e injerencistas para su exclusivo beneficio, guerras sucias de todo tipo para apropiarse de los recursos naturales de determinados países, ¿seguimos?... la lista es muy larga, agencias de inteligencia metiendo sus narices en todas partes, operaciones encubiertas de todo tipo y en todo el mundo, etc., etc.


A nuestro modo de ver las cosas, China no oculta sus intereses que básicamente están impulsados por su tenaz deseo de establecer relaciones comerciales que le permitan no el dominio sobre un Estado soberano, sino acceso a productos básicos.


China no es el primer país en lanzarse a una búsqueda global de recursos. La Revolución Industrial occidental, por ejemplo, creó una demanda voraz de materias primas y toda una geoestrategia, no siempre pacífica, para conseguirlos. 


De acuerdo a analistas económicos occidentales, el PIB de China creció entre el año 2000 y el 2010 casi 4.000 billones de dólares de EE.UU., lo que significa que China ha creado otras siete Indias (del tamaño del 2001), tres Italias y más de dos Francias. Este gigantesco crecimiento económico supone un aumento en la demanda de productos básicos.


China es actualmente el principal socio comercial de muchas economías, tanto del mundo desarrollado como del mundo en desarrollo, y se ha convertido en la fuente más codiciada de suministro de capitales, haciendo de China un inversor más atractivo que los organismos internacionales, tipo Banco Mundial o FMI, que suele vincular sus préstamos a duras condiciones políticas.


En África por ejemplo, la entrada de China en el mercado ha supuesto el fin del control sobre la explotación de recursos y la fijación internacional de precios que ejercían desde hacía tiempo los países occidentales, lo que ha permitido al continente africano vender sus materias primas, especialmente las relacionadas con energía, a precio de mercado por primera vez en la historia.


La estrategia no ha sido saquear las riquezas naturales de los países con los que hace negocios sino más bien lograr acuerdos a largo plazo para el suministro de productos básicos a cambio de dinero. La política de China de acuerdo a sus dirigentes es satisfacer sus objetivos económicos, comerciales y de materias primas bajo principios de beneficio mutuo, y ha demostrado que está dispuesta a pagar mucho dinero para alcanzar dichos propósitos con éxito.


Los chinos han aprendido de la historia, el colonialismo y neocolonialismo occidental siempre estableció una relación desigual con sus ‘anfitriones’, y eso explica en parte la desaparición de sus imperios o hegemonías, China ha optado por establecer una relación de mutuo beneficio a cambio de tener acceso a productos básicos. Los chinos no buscan socavar el ambiente político del país con el que establecen negocios. 


Para conseguirlo, el gobierno chino tiene un rol amplio en la conducción de la economía y en la determinación de los resultados económicos, tiene más instrumentos a su alcance que los que pueda tener un gobierno con un papel limitado en la economía.


Con las transferencias financieras, ya sea prestando dinero a los EE.UU. mediante la compra de bonos del Tesoro (grandes préstamos que le han permitido acceso al mercado de consumo de dicho país), proporcionando infraestructura a los países africanos, o prestando dinero directamente a países de América Latina, China logra realizar transacciones en todo el mundo. África, por ejemplo, suministra un tercio de las importaciones de petróleo que necesita China.


Para terminar, hay que destacar que el peso de China en los mercados de productos básicos ha generado transformaciones geopolíticas reales que van más allá de un simple impacto en los precios.
 
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