Mario Ramos
17/dic./2015
Los dos
grandes actores políticos del país, oposición y gobierno, fraguaron diversas
acciones políticas para desarrollar músculo y proyectarse en mejores
condiciones en la próxima contienda electoral. Quien ganó las principales
batallas políticas del año 2015 quedó mejor posicionado desde el punto vista
político-estratégico.
Una de las
batallas políticas consistió en los ahíncos desestabilizadores liderados por la
oposición que incluyeron la guerra mediática y
psicológica y, particularmente, las marchas transgénicas (unión de derecha con
supuesta izquierda) y golpistas. Estas acciones adquirieron fuerza por una
incorrecta presentación de los proyectos de ley que se posicionaron en el
imaginario ciudadano como de herencias y plusvalía, cuando en realidad se
trataba de un esfuerzo importante del gobierno por profundizar el proceso de
redistribución de la riqueza, lo cual dio el pretexto y la oposición aprovechó
para lograr inicialmente cierta inquietud y movilización social. La sedición fue
desactivada mediante un proceso de diálogo que también trajo como resultado
ajustes positivos a determinadas enmiendas.
La batalla
política central fue el tema de las enmiendas a la Constitución propuesto por
el gobierno. La oposición valoró
que
frenando al presidente Correa se impedía la continuidad del proyecto político
de Alianza PAIS. Si bien la oposición se expresaba contraria a todo el paquete
de enmiendas, su objetivo político era impedir que el presidente vuelva a
presentarse como candidato en la subsiguiente elección presidencial del 2017.
Por ello, los esfuerzos mediáticos de la oposición se enfocaron en desacreditar
la enmienda que facultaba la postulación indefinida de los candidatos de
elección popular.
No
obstante, tenemos como resultado que el presidente Correa no será candidato y
Alianza PAIS no es tan caudillista como le endilga la oposición. Las
capacidades políticas alcanzadas por Alianza PAIS le permiten posibilidades
reales de ganar la cercana elección presidencial y proyectar su programa
político en el tiempo. Finalmente el gobierno ganó la batalla política por las
enmiendas ya que como derivación el ciudadano descubrió las intenciones de la
oposición, y como consecuencia, quedó desdibujada y con disminuida
credibilidad.
El único
“programa” de la oposición consiste en acabar con el proyecto de la Revolución
Ciudadana y con todo indicio de política nacional-popular. Su objetivo es demoler
la nueva institucionalidad y leyes inspiradas en la Constitución de Montecristi.
La oposición incluso declara que si gana las elecciones convocaría a una nueva
constituyente, ya que de esta manera viabilizarían su más alto propósito: el
regreso del neoliberalismo y la sumisión a la política exterior de los EE.UU.
Si nos
basamos en los resultados finales de las batallas políticas aquí expuestas,
podemos deducir que Alianza PAIS sostuvo su acumulado político y lo puede
proyectar en el futuro. Por el contrario, la oposición no salió claramente
fortalecida de esas contiendas y su problema es encontrar la forma de
presentarse de manera coherente en el inmediato proceso electoral.