Mario Ramos
26/enero/2016
La integración del sentido común podría
ser la noción que guíe la relación entre los estados latinoamericanos y
caribeños. El sentido común nos dice que nuestros estados y pueblos tienen
intereses geopolíticos comunes, entonces por qué no actuar en nombre de ese
interés general, por qué no proteger ese interés general.
El sentido común nos señala que el éxito
inconmensurable de haber reunido a nuestros treinta y tres Estados en un espacio
para el debate argumentado y horizontal es un logro que debe defenderse y
desarrollarse. La integración no busca eliminar las diferencias, esto no es
posible ni deseable, debemos apreciar el marco común construido que otorga
igualdad de derechos a todos sus miembros, y esto en un mundo en donde
determinados organismos internacionales no se manejan con el principio de la
democracia, es un aspecto a considerar.
El sentido común nos dice que el interés
general nos obliga a construir un destino colectivo, conducido por este modelo
de integración pluralista que hemos conseguido, debemos profundizar nuestra
unidad en la pluralidad.
CELAC es una zona de paz, el sentido común obligó a
declarar a nuestra región como zona de paz. Nuestra vocación geopolítica es la
paz y debemos como CELAC contribuir a la paz mundial. El sentido común nos
dictó que debemos alejarnos de aquella potencia que pretende imponer su
voluntad geopolítica a otros pueblos y que han convertido a regiones como el
Oriente Medio en zonas con países destruidos. Usando el método de la “guerra
contra el terrorismo” se ha sometido a pueblos y se camufla la expropiación de
sus recursos naturales. “Guerra” que ha otorgado patente de corso a la potencia
que declaró esa guerra infinita para violar a su antojo el derecho
internacional, promover guerras de falsa bandera, cárceles clandestinas
alrededor del mundo y violar todos los derechos humanos que dice promover.
En este convulsionado planeta, los
miembros de la CELAC tenemos la oportunidad de construir la civilización del
Buen Vivir. Nuestros pueblos nos exigen sensatez, no les fallemos. Sepultemos
de una vez por todas esas supuestas arquitecturas hemisféricas de seguridad y
diálogo internacional que han demostrado estar al servicio de intereses
egoístas y hegemónicos, y gritemos todos ¡larga
vida a la CELAC!
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