Mario Ramos
21 de marzo del 2015
Artículo publicado en la revista:
Voces en el Fénix
de la Facultad de Ciencias Económicas
Universidad de Buenos Aires - Argentina
Sumario No. 44
mayo 2015
Para arrancar con la reflexión propuesta recojamos lo que el
diccionario militar de la Fuerza Terrestre ecuatoriana, editado en el
año 2000, define como doctrina y doctrina militar, respectivamente:
Doctrina: Conjunto de ideas, conocimientos, teorías, dogmas, etc.,
que convertidos en conciencia, inspiran la conducta y normas de acción,
como sistema de adaptación y aplicación común…
Doctrina militar: Conjunto de conceptos básicos, principios
generales, procesos y normas de comportamiento que sistematizan y
coordinan las actividades de las Fuerzas Armadas de una nación.
Representa el fruto del trabajo intelectual, de las experiencias propias
y de otras naciones. Debe ser objetiva, delineada para una época,
atenta a la capacidad del Poder Nacional y que responda a las
necesidades de los conflictos armados admitidos en las Hipótesis de
Guerra.
Especialmente en este último concepto encontramos proposiciones
interesantes que nos permiten ir abordando la temática que nos ocupa,
nos referimos a estas dos ideas: delineada a una época y que responda a
las necesidades de los conflictos admitidos en las hipótesis de guerra.
Preguntamos: ¿de quién y de qué debe defenderse Nuestra América? ¿Las
fuerzas armadas de nuestra región tienen claridad sobre las verdaderas
amenazas y factores de riesgo que se ciernen sobre nosotros? ¿Sobre qué
bases teóricas, históricas y análisis ajustados a la realidad del
conflicto internacional actual se definen las amenazas y riesgos a
nuestra seguridad y defensa? ¿Cuánto de la doctrina que guía la acción
de nuestras fuerzas armadas responde a doctrinas ajenas a nuestros
intereses regionales? ¿Cuáles serían los denominadores comunes que
llenen de contenido a una doctrina de defensa y militar
nuestra-americana? ¿Hemos identificado cuáles son las principales
limitaciones clave para lograr una doctrina de defensa y militar
nuestra-americana?
Y una última pregunta fundamental: ¿qué motiva, qué inspira a nuestras fuerzas armadas? No se puede concebir, no se puede entender un ejército que no encuentre razón de ser, es decir, para qué se prepara, para qué se entrena, para qué se organiza, si no tiene claro a quién defiende, y qué intereses protege. Todo esto incluso permite determinar cómo debe equiparse.
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