Mario Ramos
9 de julio del 2015
El sacerdote dominico Henri Dominique
Lacordaire en sus Conférences de
Notre-Dame que tuvieron gran éxito y específicamente en la conferencia 52
del año 1848, aborda la cuestión de las libertades formales y reales: “Preguntad al obrero si es libre de
marcharse del trabajo la madrugada del día en que debería descansar (…)
Preguntad a esos seres marchitos que pueblan las ciudades industriales si son
libres de salvar su alma aliviando su cuerpo. Preguntad a la multitud de
víctimas de la avaricia personal y de la avaricia de un patrón si son libres de
ser mejores”.
Y concluye con esta frase, que se hizo
famosa: “Entre el fuerte y el débil,
entre el rico y el pobre, entre el amo y el criado, la libertad es lo que
oprime, y la ley lo que libera”. La libertad que reclaman para sí los ricos
y los más fuertes, es una manera de aumentar su poder en la sociedad. Por lo
tanto, como lo han planteado muchos pensadores religiosos, es preciso poner
límite al libre albedrío humano a través de leyes que promuevan la justicia
social.
Una de las características de los
neoliberales es la utilización interesada de valores abstractos como el de la
libertad, despojándola de toda relación social, económica y política,
volviéndola una abstracción metafísica.
Ya en el campo de la jurisprudencia,
pensadores como Alain Supior señalaban que “La ley hace de todos nosotros
sujetos de derecho”; Lacordaire también lo veía claro, cuando daba prioridad a
ley respecto de la libertad: olvidar la ley deja el campo libre al poder
arbitrario. Ejemplos prácticos muchos, en los últimos días los ciudadanos hemos
descubierto que el “poderoso” líder local Nebot, simplemente escamoteaba el
pago de sus impuestos que su ‘situación acomodada’ le obligaba, además de usar
los ‘viejos trucos’ para asegurar su riqueza fuera del control de la ley.
En el capitalismo actual, el afán de
enriquecimiento desmedido ha llegado a tal nivel, que como lo ha señalado el
Papa Francisco, no se reflexiona seriamente sobre las consecuencias que esa
forma de producir provoca a nuestra ‘Casa Común’, amenazando la existencia de
la civilización humana. Simplemente los neoliberales creen como Margaret
Thatcher que “La sociedad no existe”.
La libertad que tienen las gallinas de
atacar al zorro es una broma, porque no pueden hacerlo, en cambio el zorro
tiene absoluta libertad de hacerlo, porque es el más fuerte. El pueblo
soberano, mediante las leyes dicta el derecho a restringir la libertad de
todos, ya que lo contrario se convierte en una amenaza para todos. La ley
limita el absurdo de la condición humana y la tiranía de los individuos, cuando
es obstáculo para una vida en común satisfactoria. Sin constitución y sin leyes
reinaría la anarquía total.
La intervención del Estado, y lo que
califican como ‘despilfarro fiscal’, que no es del agrado de los neoliberales,
siempre y cuando no sea para salvatajes bancarios, sucretizaciones, etcétera;
permite una reglamentación adecuada que garantiza equilibrio de la vida en
común por medio de la redistribución de la riqueza. El poder político debe
limitar el poder económico de los grandes poderes fácticos. La libertad
absoluta de los individuos no es un fin deseable, porque como debería ser en
las sociedades, estas deben reglamentarse para organizar el Buen Vivir.
Dos proyectos de leyes que van a permitir
una mejor distribución de la riqueza han sido el pretexto para por vías non sanctas determinados grupos
económicos y políticos, regresarnos a un neoliberalismo que las mayorías
recuerdan con desprecio.
La oposición subversiva y antidemocrática ha
quemado gran parte de sus naves (están identificados sus principales cabezas y
su estrategia claramente comprendida puede ser enfrentada con cabeza fría e
imaginación), no existe en el país ningún tipo de convulsión social como un
diario extranjero de manera muy mal intencionada tituló su portada a propósito
de la llegada de Francisco. Unos cuantos cientos que protestan con todo el
derecho que les asiste, siempre y cuando lo hagan pacíficamente, no representan
la voluntad general de un pueblo.
Lo que existe, desde hace algún tiempo, es
simplemente una errada gestión política del frente político del gobierno de la
Revolución Ciudadana que se manifiesta, entre otros aspectos, en haberse
olvidado de la organización, movilización y debate social que permitan
potenciar las prácticas participativas y retomar el camino
político-programático para seguir liderando la agenda de transformación social
y política. ¿Hará los cambios pertinentes y realmente efectivos el
@MashiRafael? ¿Hasta cuándo van a seguir perdiendo el tiempo político? ¿No se
procesa las lecciones recibidas?
No estamos frente al fin del proceso
político, como analistas y periodistas interesados han manifestado, es posible
recuperar la iniciativa política, pero siempre y cuando dejemos de pensar en
Alianza PAIS que se hace organización social y política a través del WhastApp.
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