Mario
Ramos
6 de
abril del 2015
El nuevo regionalismo
latinoamericano y caribeño se consolida paulatinamente y a los EE.UU. no le
queda más que una Cumbre, es decir, una reunión cada dos años para intentar
injerir diplomáticamente, ya que siempre lo hace subterránea o abiertamente, en
la vida de Nuestra América.
La estructura supuestamente
panamericana o hemisférica ha perdido influencia, credibilidad y autoridad
moral. Decimos supuestamente, ya que la OEA y sus herramientas asociadas, históricamente
han servido para imponer la agenda e intereses estadounidenses, ha sido un
instrumento unipolar y no multipolar de un arreglo colonial o neocolonial que
en este siglo, más pronto que tarde, se desmontará hasta desaparecer.
Es una Cumbre que antes de
empezar ha mostrado al Imperio débil y contradictorio, como nunca antes. Débil
porque muchos presidentes de Nuestra América han visibilizado su poco interés
en asistir, y si asisten, algunos lo harán sin mucho entusiasmo. Y
contradictorio porque, por un lado el Imperio para congraciarse con nuestra
región anuncia normalización de relaciones diplomáticas con Cuba, y por otro
lado, prácticamente le declara la guerra a nuestra hermana república de Venezuela.
El Imperio en su arrogancia, se
burla de nuestra Nación de Países, pretende normalizar relaciones con Cuba,
pero sin cambiar la política hacia Cuba, el bloqueo se mantiene intacto, la ley
de ajuste cubano igual, a pesar de que el gobierno estadounidense a través de
órdenes ejecutivas puede cambiar esa realidad. Pretende darnos lecciones de
democracia, derechos humanos, civiles y políticos cuando ya no puede ocultar su
condición de Estado terrorista y violador de los derechos humanos.
La misma presencia de Cuba en la
Cumbre es una victoria de Nuestra América. Cuba históricamente resistió y en
esta ocasión tampoco aceptará proposiciones sobre la base de esquemas
financiados y manipulados por EE.UU. Prueba de que no pierde sus malas
costumbres es por ejemplo que no ha permitido que se inscriba en el foro de la
sociedad civil la Central de Trabajadores de Cuba – CTC, pero si promueve la
presencia de organizaciones venezolanas y de cubanos radicados en Miami, que
tiene por misión llevar a cabo la estrategia injerencista de cambio de régimen.
Ya veremos como la autodenominada ‘prensa libre e independiente’ resaltara las
acciones de esos instrumentos del Imperio.
EE.UU. no tiene la intención real
de mejorar las relaciones con Nuestra América, solo le interesa recuperar su
control y hegemonía. No respeta la soberanía de nuestras democracias. Se burla
de nuestra inteligencia cuando al mismo tiempo que anunciaba el establecimiento
de relaciones diplomáticas con Cuba, Obama pone en vigor la “Ley para la
defensa de los derechos humanos y la sociedad civil en Venezuela”, una ley
extraterritorial e injerencista réplica de las leyes que según Obama durante 50
años no funcionaron para destruir el proceso revolucionario cubano.
Y sin ningún pudor el gobierno
estadounidense proclama una ‘Alianza para la Prosperidad’, solo le cambiaron
Progreso por Prosperidad, repitiendo estrategias ya muy conocidas por nuestros
pueblos; una muestra más de su soberbia imperial.
Deseamos que esa Cumbre solo
sirva para una cosa, fortalecer la vocación integracionista de Nuestra América
y darle a los EE.UU, una decepción más.
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