Mario Ramos
22 de agosto de 2015
A quienes tuvimos la oportunidad de participar en el período de
resistencia popular en contra del neoliberalismo y sus más recordadas
secuelas: privatizaciones, feriado bancario, brutales ajustes,
empobrecimiento general, derrocamiento de gobiernos vende patria,
etcétera; y que padecimos una enorme represión, nos satisface el gran
contraste con lo que miramos en estos días de ‘protestas’ golpistas.
Si bien la actitud asumida por los miembros de la Policía Nacional y
las Fuerzas Armadas obedece en última instancia a una decisión política
gubernamental, basada en el principio del respeto a los derechos
humanos, considero, no pasa desapercibido al ojo ciudadano la enorme
paciencia que han demostrado nuestros policías y militares, frente a la
violencia injustificada de las ‘protestas’ golpistas que se anunciaron
serían pacíficas.
Independientemente del aspecto político, se puede constatar que ha
operado un revolucionario cambio en la forma como nuestra fuerza pública
trata este tipo de situaciones; como se suele decir en lenguaje
castrense, se observa una nueva doctrina.
Mientras otra policía, como por ejemplo, la estadounidense, asesina
con frecuencia a afroamericanos desarmados, hecho que no provoca el
escándalo de la autodenominada ‘prensa libre’ y de los supuestos
organismos defensores de los derechos humanos, aquí vemos con alegría
que se ha concretado en esta difícil coyuntura la norma constitucional
que indica que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional son
instituciones de protección de los derechos, libertades y garantías de
los ciudadanos. Esto les prestigia.
Sin seguridad no puede existir Buen Vivir, y la fuerza pública en
estos días ha garantizado que opositores golpistas y defensores de la
Revolución Ciudadana se manifiesten con tranquilidad. Tanto así que
Salvador Quishpe ha tenido que recurrir al show para dar material
mediático a la autodenominada ‘prensa independiente’, con el objetivo de
endilgar al gobierno una supuesta actitud represora absolutamente
inexistente.
Es obvio que la oposición subversiva, dentro de su esquema golpista,
necesitaba de un muerto, su violencia no es gratuita. Un solo muerto
hubiese bastado para que la prensa injerencista interna y externa,
armase un gran alboroto para seguir provocando desestabilización
política a un gobierno legítimo con gran arraigo popular. Mientras en
Colombia, solo para enunciar un aspecto de la grave situación
humanitaria que padece ese país, en lo que va del año han asesinado a 69
activistas sociales, sin que esto, reitero, genere escándalo en la
prensa mercantilista, aquí una foto manipulada, de una extranjera que
ejecuta actividad política sin que su visa lo autorice, provoca, ahí sí,
conmoción mediática.
Para una sociedad democrática, como la ecuatoriana, es un gran valor
contar con organismos como la actual Policía Nacional y las Fuerzas
Armadas, que aún a costa de su propia vida, protegen a sus ciudadanos.
De esta coyuntura golpista e injerencia extranjera, nuestros policías y
militares, estoy convencido, quedarán muy prestigiados, y sus
respectivos organismos fortalecidos.
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