Mario Ramos
23 de septiembre de 2015
El Defensor del Pueblo,
Ramiro Rivadeneira, nos sorprendió con sus declaraciones respecto a
Fundamedios, básicamente solicitó dejar sin efecto el proceso de disolución de
la mencionada ONG. Ese pronunciamiento ha suministrado munición para que los
directivos de la fundación lo empleen en su política vende patria de posicionar
al gobierno del presidente Rafael Correa, como supuesto violador de la libertad
de expresión.
En ese marco, no llama
la atención que John Kirby, portavoz del departamento de Estado y Roberta
Jacobson, secretaria de Estado para América Latina, se pronuncien abiertamente
en defensa de Fundamedios, lo que demuestra el sospechoso interés que tiene el
gobierno de los EE.UU sobre una fundación, que como es de conocimiento público,
es financiada por organismos no precisamente caracterizados por sus buenas
intenciones.
Si el Defensor del
Pueblo va a interceder por Fundamedios, nos gustaría que también intervenga en otras
cuestiones relacionadas a la comunicación, como por ejemplo, el caso de la
adolescente de 16 años que fue agredida en el programa de Ecuavisa ‘Ecuador
tiene Talento’ cuando fue interrogada sobre sus creencias religiosas, nos encantaría
que nos defienda a los ciudadanos de toda la programación basura que se
transmite diariamente por los medios mercantilistas. Sería interesante que no
solo se pronuncie por Fundamedios, sino también en defensa de todos los
periodistas que han sido agredidos por los empresarios de la comunicación, entre
otros.
¿Es la ONG
Fundamedios, solo porque lo dicen unos estatutos, una organización de la
sociedad civil? ¿Cuándo defendió al obrero de la comunicación Fundamedios?
¿Cuánto de pueblo tiene la actividad de Fundamedios?
La declaración del
Defensor del Pueblo ha soslayado todo el actual contexto de desestabilización y
los antecedentes históricos respecto a la utilización de ONGs para injerir en
los asuntos internos de países soberanos por parte de los EE.UU. Existe
suficiente documentación que prueba la utilización de fundaciones para cumplir
objetivos de su política exterior.
Nos preguntamos si en
EE.UU Fundamedios podría realizar el ‘trabajo’ que hace en Ecuador, sin que la
comunidad de inteligencia estadounidense le exija cuentas sobre su financiamiento. En ese país existen leyes
que limitan claramente la actividad de lo que califican ‘agentes extranjeros’. EE.UU emplea
normativa para combatir cualquier intromisión foránea que afecte sus intereses
y su estado de seguridad nacional.
Sin embargo, cuando los gobiernos progresistas de Nuestra América intentan
controlar a ONGs, partidos políticos y opositores no siempre con vocación
democrática, que reciben financiamiento del gobierno de EE.UU, son acusados de
‘violadores de la libertad de expresión y los derechos humanos’.
El gobierno de
presidente Rafael Correa ha sufrido una constante agresión mediática desde el
principio de su gestión. La guerra cultural, psicológica o de cuarta generación
es una estrategia que ha sido utilizada por los EE.UU desde hace varias décadas,
llevada a cabo siempre bajo la metodología de operaciones encubiertas y usando
toda clase de ‘tapaderas’ como herramientas de ejecución.
Hay que recordarles a
los aparentes defensores de la libertad de expresión que en EE.UU existe una
gran concentración de medios en pocas manos: Son cinco: 1) AOL-Time Warner, que
posee CNN; 2) Disney; 3) Viacom, que posee MTV; 4) News Corp de Rupert Murdoch;
y 5) GE/General Electric que, además de ser un importante fabricante de equipo
militar, posee el History Channel (canal de historia).
No solo que los Disney y
los GE controlan la presentación de las noticias del día, sino también la
historia. Estas cinco compañías de TV son
socias entre ellas en el exterior, para expandir el alcance de su televisión
por cable o satélite hacia otros países. Murdoch se jacta de que su sistema de
televisión y red de emisoras pueden alcanzar al 75% de la población mundial.
Eso es demasiado poder de influencia en las manos de una sola persona. La concentración de medios de
comunicación en pocas corporaciones, lleva fácilmente y de manera natural a la
censura y a la conformidad de pensamiento y cultura. Pero esto a Fundamedios no
le interesa.
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